miércoles, 4 de diciembre de 2013

POEMA IV- MORIR ENTRE TUS BRAZOS. AKASHA VALENTINE. ED. REEDITADA.


Dante Gabriel Rossetti. Fotografía: Wikipedia

POEMA IV- MORIR ENTRE TUS BRAZOS. AKASHA VALENTINE. 

En este nuevo día que despierta al mundo me he dado cuenta de que la razón ya no está aquí conmigo. Me resulta devastador tener este tipo de ideas rondando por mi cabeza, sin rumbo, sin destino, sin una estación en la que apearse para que me dejen vivir tranquilo. Fatigado y agotado me encuentro, con el raciocinio agarrotado y la esperanza harta de creer en mis palabras de falso alivio, con las que pueda sostenerse en el mundo imaginario levantando con sus propias manos castillos en el aire. Quizás sea por la apabullante necesidad de ser libre de estas ataduras que encadenan a mi corazón que me he arrojado como un loco desesperado por la libertad hacia la oscura noche que vive escondida detrás de mis cortinas y cuya puerta tiene forma de ventana, donde bajo este cielo estrellado he arrojado mis pensamientos al aire con el único fin y deseo de que el frío e inconstante viento los arrastre tan lejos de mi lado como le sea posible hacerlo para que no vuelvan a encontrarme nunca más. Quisiera, aunque sólo fuese durante un breve instante, recuperar el aliento y tal vez el raciocinio de mi propia mente, para después volver a cerrar los ojos una vez más y ser engullido por las oscuras sombras del crepúsculo que habitan desde hace mucho tiempo en esta habitación. Desearía poder dejar caídos mis párpados como telones al final de una función, para que de esta forma los recuerdos que no se han despegado de las paredes, los muebles y del colchón sigan acogiéndome entre tus imaginarios brazos y arrojen algo de luz a mi imperfecto mundo cubierto ahora por un denso manto de tinieblas. Siento lástima de mí mismo cuando clavo mi mirada en el fragmentado espejo, en el que mi imagen apenas puede ser reflejada en los pocos pedazos que le quedan. Sonríe cuando la miro, y sus afilados dientes como cuchillos me incitan a tener ideas descabelladas, alimentando más aún mi desgracia por querer creer que la muerte es un bálsamo de alivio con el que sanar mi mal de amores.

Piedad, ruego, y tal vez lo exclame en voz alta cuando nadie está ahí para escucharme, pues hace tiempo que dejé de oírme y ya no sé si lo que pienso lo digo, o lo que no digo tal vez sólo esté vivo en mis pensamientos. Mi mente vive en un continuo estado de confusión y desasosiego. Quiero pensar que cuando abra los ojos tu imagen, aquella inocente mirada que el tiempo me robó, seguirá estando ahí una vez más para mí, iluminando esta enorme estancia vacía que sin tu presencia ya no tiene razón para existir. El dolor que en estos mismos instantes siento y padezco es como una llama sofocante, ardiente e incurable cuya huella siempre queda a fuego grabada en lo más profundo de nuestro ser, en un lugar que sólo es visible a nuestros propios ojos. Y por mucho que nos duela, por más que intentemos liberar a nuestra alma de esa pesada carga, somos terriblemente conscientes de que no podemos hacer nada salvo esperar a que el tiempo cicatrice esa herida incurable y tal vez sólo así seamos capaces de salir adelante, aun heridos y con miedo a seguir recordando a quienes fueron únicos y especiales en nuestras vidas. Y aún así no estamos completamente seguros de que ese dolor que nos mantiene cautivos se vaya a ir para siempre de nuestro lado. Me gustaría creer que en algún momento mi existencia llegará a su final y que la piadosa muerte me tocará. Quiero rogarle a las épocas que aún están por llegar que sean benevolentes con mis pensamientos y me alivien de la pesada carga que soporto. Quiero que esta noche todo acabe en un abrir y cerrar de ojos. Ruego a Dios Todopoderoso que, cuando la mañana llegue, me permita morir entre tus brazos y estar así unido a ti por toda la eternidad.

Akasha Valentine 2013 © http://www.akashavalentine.com


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