domingo, 1 de diciembre de 2013

POEMA II- ANHELANDO LO PROHIBIDO DE AKASHA VALENTINE. ED. REEDITADA.


Frederick Arthur Bridgman. Fotografía: Wikipedia

POEMA II- ANHELANDO LO PROHIBIDO DE AKASHA VALENTINE. 

Quédate muy callada, con la cabeza bien alta y la mirada fija en mis ojos, permitiendo que el sol ilumine tu pálido rostro del que mi corazón se ha encaprichado. Permitamos que las palabras que sobran enmudezcan en este momento, para que así los sentimientos puedan salir a flote y nuestros cuerpos sean capaces de expresarse por sí mismos sin necesidad de que nuestras voces les molesten. Temblorosa, mi mano ascendente se ha posado sobre las líneas que marcan tu rostro y sin darme cuenta de ello he acabado postrándome ante tu belleza, mientras mis emociones han sucumbido al calor que emanan tus labios cuando dibujas para mí una sonrisa en tu boca. Mis emocionados dedos han sorteado con extrema dificultad al testarudo aire que nos envuelve para así poder alcanzar tu escueta figura, que agita mi pecho cuando la contemplo abrumado por el inmenso calor que las olas del deseo provocan en lo más profundo de mi ser. En mi deber como hombre, te juraré que atesoraré con ternura el amor que siento por ti en lo más profundo de mi alma, para que de esta forma el miedo, la desconfianza, e incluso la sospecha no aniden en tu mente y siembren en ti sentimientos semejantes a la incertidumbre. Ahora que mi cabeza, ligera de toda carga y pensamiento, duerme acomodada entre tus senos puedo confesarte que he anhelado robarle al tiempo los momentos que me he perdido por no poder estar contigo. Y con este pensamiento he creído ser un vulgar ladrón por anhelar aquello que nunca será mío por derecho propio, porque lo que más deseo en esta vida es poder guardar esta felicidad en un lugar seguro donde nadie pueda encontrarla, donde nadie pueda estropearla. Amada mía, te invito a que atrapemos en este mismo instante cada emoción que exhalamos del interior de nuestra boca, cuando nuestros cuerpos agitados y enloquecidos por el intenso calor que anida en el interior de nuestros sexos se conviertan con la llegada del clímax en hermosas estrellas fugaces, que podremos rememorar siempre que queramos a cualquier hora del día o de la noche. Besémonos, sin prisa pero sin pausa, bajo nuestro propio cielo estrellado desde donde nadie más nos observa. Amémonos hasta que el amor nos duela o nos mate, lo que primero suceda. Quiero volver a verte, porque cada instante que estoy sin ti, una parte de mí acaba muriendo. Porque desde que te conozco mi propia vida comenzó a tener un sentido, una razón y un motivo. Y siento que con cada verso que escribo anhelo emociones prohibidas que un hombre como yo no debería ni tan siquiera llegar a imaginar. Dejemos en cada rincón de esta vida una imagen grabada a fuego con nuestras marcas, para que de esta forma podamos tener como mínimo un millón de recuerdos fundidos en nuestro pecho. No permitamos que la tristeza que ahora se ha alojado en las cuencas de mis ojos confunda este amor que siento por ti, pues te amo tanto que si alguna vez tú me faltas, te juro que no sabría cómo vivir. Y con esta confesión de amor quiero cerrar los ojos y yacer en un profundo sueño, mientras sigo unido a ti, física y emocionalmente, recogido por tus brazos y alimentado por los besos que formas en tu boca. Amor mío, si pudiera darle un nuevo significado a la palabra felicidad, desde luego yo pondría tu nombre y tu rostro en ella, pues tú eres mi sueño perfecto en esta noche que no quiero que acabe. 

Akasha Valentine 2013 © http://www.akashavalentine.com


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