Frederick
Arthur Bridgman. Fotografía: Wikipedia.
POEMA II- ANHELANDO LO PROHIBIDO DE AKASHA VALENTINE.
Quédate
muy callada, con la cabeza bien alta y la mirada fija en mis ojos,
permitiendo que el sol ilumine tu pálido rostro del que mi corazón
se ha encaprichado. Permitamos que las palabras que sobran enmudezcan
en este momento, para que así los sentimientos puedan salir a flote
y nuestros cuerpos sean capaces de expresarse por sí mismos sin
necesidad de que nuestras voces les molesten. Temblorosa, mi mano
ascendente se ha posado sobre las líneas que marcan tu rostro y sin
darme cuenta de ello he acabado postrándome ante tu belleza,
mientras mis emociones han sucumbido al calor que emanan tus labios
cuando dibujas para mí una sonrisa en tu boca. Mis emocionados dedos
han sorteado con extrema dificultad al testarudo aire que nos
envuelve para así poder alcanzar tu escueta figura, que agita mi
pecho cuando la contemplo abrumado por el inmenso calor que las olas
del deseo provocan en lo más profundo de mi ser. En mi deber como
hombre, te juraré que atesoraré con ternura el amor que siento por
ti en lo más profundo de mi alma, para que de esta forma el miedo,
la desconfianza, e incluso la sospecha no aniden en tu mente y
siembren en ti sentimientos semejantes a la incertidumbre. Ahora que
mi cabeza, ligera de toda carga y pensamiento, duerme acomodada entre
tus senos puedo confesarte que he anhelado robarle al tiempo los
momentos que me he perdido por no poder estar contigo. Y con este
pensamiento he creído ser un vulgar ladrón por anhelar aquello que
nunca será mío por derecho propio, porque lo que más deseo en esta
vida es poder guardar esta felicidad en un lugar seguro donde nadie
pueda encontrarla, donde nadie pueda estropearla. Amada mía, te
invito a que atrapemos en este mismo instante cada emoción que
exhalamos del interior de nuestra boca, cuando nuestros cuerpos
agitados y enloquecidos por el intenso calor que anida en el interior
de nuestros sexos se conviertan con la llegada del clímax en
hermosas estrellas fugaces, que podremos rememorar siempre que
queramos a cualquier hora del día o de la noche. Besémonos, sin
prisa pero sin pausa, bajo nuestro propio cielo estrellado desde
donde nadie más nos observa. Amémonos hasta que el amor nos duela o
nos mate, lo que primero suceda. Quiero volver a verte, porque cada
instante que estoy sin ti, una parte de mí acaba muriendo. Porque
desde que te conozco mi propia vida comenzó a tener un sentido, una
razón y un motivo. Y siento que con cada verso que escribo anhelo
emociones prohibidas que un hombre como yo no debería ni tan
siquiera llegar a imaginar. Dejemos en cada rincón de esta vida una
imagen grabada a fuego con nuestras marcas, para que de esta forma
podamos tener como mínimo un millón de recuerdos fundidos en
nuestro pecho. No permitamos que la tristeza que ahora se ha alojado
en las cuencas de mis ojos confunda este amor que siento por ti, pues
te amo tanto que si alguna vez tú me faltas, te juro que no sabría
cómo vivir. Y con esta confesión de amor quiero cerrar los ojos y
yacer en un profundo sueño, mientras sigo unido a ti, física y
emocionalmente, recogido por tus brazos y alimentado por los besos
que formas en tu boca. Amor mío, si pudiera darle un nuevo
significado a la palabra felicidad, desde luego yo pondría tu nombre
y tu rostro en ella, pues tú eres mi sueño perfecto en esta noche
que no quiero que acabe.
Akasha Valentine 2013 © http://www.akashavalentine.com
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