jueves, 1 de enero de 2015

POEMA XXVI- PENITENCIA DE MUERTE. AKASHA VALENTINE. ED. REEDITADA.


POEMA XXVI – PENITENCIA DE MUERTE. AKASHA VALENTINE. ED. REEDITADA. 

Deseo desterrar cada beso y caricia de mi boca y mejillas, no los quiero cerca de mí. Tan lejos los quiero tener de mi lado que la ausencia y el vacío que dejen tras de sí sea sólo una amarga sensación que con el tiempo olvide, de la que con los años pueda desprenderme sin llegar a sentirme culpable por poder hacerlo. Reniego de esos sueños que por mi nombre me llaman; no son míos, y ya ni tan siquiera los recuerdo; tal vez me pertenecieron, aunque de eso yo ya no me acuerdo, pues la lucidez de mi mente se consume como la llama de una vela sin apenas mecha y oxigeno, y el tiempo se vuelve confuso y las emociones traicioneras, y si ayer la amé hoy ya no lo recuerdo, si la sostuve entre mis brazos, estos no me duelen ni me pesan, y su olor no persiste entre mis brazos desnudos ni bajo las primeras capas de mi piel, así que dudo si su nombre era Beth o Luana, para mí ya nada es lo mismo, todo me es indiferente, todo me parece igual.


Los versos que, dormidos en hojas de papel, apelmazados por los pesados lomos que los envuelven, no cantan ni resuenan, nadie les pone voces, y la tinta con la que fueron escritos ya está seca, y la pluma con la que fueron garabateados rota en mil pedazos, y desconozco si yo fui ese poeta que tiempo atrás les dio forma y añadió metáforas, que de la lírica gesto este canto que la muerte no ha de hacer suyo, y sin embargo anhela que yo se lo cante aun cuando mis labios se pudran y se sequen y de mí sólo quede un puñado de huesos. Qué profunda y atrayente resulta la oscuridad ahora que me atrevo a mirarla con otros ojos. Pues hace tiempo que a todo deje de temerle, ahora que ya nada tengo que perder.



Narran así la mayoría de los versos que aún dormidos sueñan en los hundidos estantes de madera y que en el interior de mi boca suenan así: Dulce muerte que en mi interior moras, detén las agujas del reloj de mi vida permitiendo que mi corazón se detenga para siempre. Qué gozosa sensación debe de producirte ponerle fin a esta vida de tormento y desconsuelo, parar este mal que mi mente turbada sufre sin final. Locura, así he de llamarte, por ese nombre, que enloquece y me perturba, que de todo me has privado y de todo te has jactado. Dime una vez más el nombre de la mujer que una vez amé, devuélveme esa imagen suya que ni en mis recuerdos logro encontrarme, y así déjame ir, sumido en la oscuridad de mi biblioteca, recortando mis muñecas, acelerando el proceso de la mortalidad y viviendo para siempre olvidado por todos, consumido en mi brutal tormento que de nombre llamaré demencia.

Akasha Valentine 2015 © http://www.akashavalentine.com

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