John Everett Millais. Fuente: Wikipedia. |
POEMA VIII- EL INDULTO DE MI ALMA. AKASHA VALENTINE.
Vi
a las yemas de tus dedos aferrarse con firmeza a la colorida cortina
de color crema. Y arrastrar tras de ti el viento que oculto, detrás
de la ventana, esperaba ser presentado como un invitado más con el
que poder permanecer cómodamente sentada, aunque estuviera
sentenciada a guardar silencio durante toda la velada. Te llamé y
exclamé tu nombre una o quizás dos veces más de lo habitual. Y tú
te diste la vuelta, pues estabas de espaldas a mí, y me ofreciste el
mundo bajo tus brazos con una sonrisa color carmesí, mientras
hablabas sin cesar y yo no podía pensar con claridad, pues embrujada
me quedé bajo esa perfecta visión que me enmudeció de golpe. En
aquella época mi vida era un absoluto caos, y sólo me acerqué
hasta ti con la intención de pedirte el indulto de mi alma, la
salvación de mi espíritu que, amartillado y desconsolado, sólo
deseaba la libertad que bajo mi yugo no podía darle. Pues mis
propios sentimientos habían sido encerrados en una caja de cristal
con el único fin de protegerlos de todo mal.
Nunca
me paré a pensar en ti, quien a menudo perdías la noción del
tiempo viendo sin ver nada los claros azules del cielo, con las
pupilas fijas en el horizonte y la mirada perdida en el intenso vacío
que existía entre el espacio y tu cuerpo. Por aquel entonces
recuerdo querer asomarme al borde de tus ojos para poder ver con más
detalle el interior de tu persona. Pero
lamentablemente me daba
miedo lo que pudiera
hallar en lo más profundo de tu ser. Y sin embargo la necesidad de
profundizar en ti me invitaba
a ello, para poder encontrar en
tu interior un recuerdo de mi
persona que sólo tu valorases
por encima de todo lo demás. Quería, o mejor dicho deseaba, que
este dolor que padecía terminase de una vez por todas, para
poder ser libre y volar lejos de esta prisión a la que el mundo
llama existencia. Anhelé
cada momento de mi realidad
tener unas
alas con las que
poder emprender
el vuelo cuando
me diera la gana, para así poder
sentir el aire a través de mis plumas como si de caricias humanas
se tratara.
Pero
lamentablemente tú nunca
creíste en mis sueños, y como si de una figura inútil me tratase,
me retuviste en contra de mi voluntad impidiéndome llegar tan lejos
como quisiera, encadenándome
a un amor que hace mucho tiempo que ya no me corresponde. Y por más
que te suplico que me liberes de esta
prisión que tus propias manos han
fabricado te niegas a concederme ese perdón que tan necesario es
para mi existencia. Como dos extraños nos miramos cuando juntos
estamos. Ninguno dice nada, y a su vez queremos hablar de todo cuanto
nos sucede. Me
ahogan estas
incómodas
sensaciones que han comenzado a nacer en el interior de mi pecho. Tal
vez sea el momento de decir adiós, quizás sea lo mejor para ambos.
Te prometo que lloraré
el pasado uno o tal vez dos días seguidos, pero ni uno solo
más. Es hora de concederle el indulto a mi alma y dejar atrás todo
cuanto pudo haber sido y quedó
emborronado por unas amargas
lágrimas saladas de las
que tú nunca quisiste hacerte
cargo.
Akasha Valentine 2013 © http://www.akashavalentine.com
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