Reginald Arthur.. Fuente: Wikipedia. |
POEMA VII- ALMA ESPINADA. AKASHA VALENTINE.
He
dejado al silencio hablar en mi nombre y a mi voz, que nada tenía
que decir, guardar mutismo. He cosido de forma simbólica mis labios
para aprender a escucharte, ya que en el pasado parecía que nunca
tenía tiempo para hacerlo. He despejando de mi cabeza, las dudas y
los miedos, acabando así con mis propios demonios uno por uno. Te
confieso que he hecho lo propio con mis malos pensamientos, pues
personalmente los he ido empaquetado en pequeños grupos con destino
al olvido, desde donde espero que no regresen jamás. Por ti he
empezado a creer que la vida tiene algo más que ofrecerme, y este
pensamiento racional ha logrado tambalear mis frágiles principios
que hasta entonces creía intocables. Y es que aunque no lo diga,
sabes que soy consciente de que el amor que por ti siento es tan
fuerte que incluso me duele y me desborda, me mata y me atosiga, pero
aún así, a pesar de que me resulta tan frustrante y pesado cargar
con estás emociones que como hombre no comprendo muy bien, lo único
que soy capaz de aceptar aquí y ahora es que te necesito cerca de mí
para saber que sigues a mi lado, para poder seguir adelante sin miedo
a flaquear o caerme. Tú, quien a mis ojos eres perfecta, sin
defectos e imperfecciones, pura y sencilla, única e irreemplazable.
A veces haces que me cuestione si una persona como yo merece tener a
alguien tan piadoso como tú. Soy más consciente que nadie de que
quererte como te quiero es ser imprudente, pues temo que algún día
tu muerte o la mía sean el infortunio que me devuelva al infierno
del que escapé sin apenas aliento, cubierto de heridas sangrantes
que aún sin cicatrizar me siguen recordando lo letal y mortal que
llega a ser la vida que nos toca morar en estos tiempos inconstantes
en los apenas damos importancia a las pequeñas cosas que realmente
nos hacen diferentes y grandes.
Mi
amor, si me preguntasen en estos mismos instantes qué es lo que más
me duele, yo respondería sin lugar a dudas que es poder ver cómo
mis propios ojos vierten en los tuyos un sin fin de lágrimas
caprichosas que no cesan por más que se lo pida. Sólo en tu cálida
mano encuentro el consuelo de la serenidad, pero me duele atarte a mí
y hablarte de mis miedos, y por ello guardo silencio, evitando crear
malos sueños en tu lecho sobre los que dormirán cada noche bajo tu
almohada, si se lo permito. Por eso, y aunque sea un acto egoísta
por mi parte, me gustaría retenerte si pudiera entre mis brazos para
toda la eternidad, para serenar a mis propios miedos e inseguridades
que estoy seguro volverán a nacer. Quiero tenerte junto a mí de
esta manera para después besarte sin descanso alguno en tu boca
hasta quedarnos agotados y exhaustos por el esfuerzo de amarnos como
lo hacemos. Cariño, es hora de mirar hacia delante, de saborear la
inmortalidad, de recoger con nuestras propias manos los frutos de
este amor que nos profesamos. Sé que lo sabes, pero aún así quiero
hacértelo saber, soy terriblemente consciente de que te aferras a
unos sentimientos candentes y algo dolorosos que atraen a tus peores
temores para anidarlos en tu pecho y tejer en tu órganos emociones
como el desasosiego o la incertidumbre, pero tranquila mi amor,
aunque no me digas nada y silencies a tu boca de forma consciente
para no preocuparme, sé muy bien que anhelas estar conmigo por
encima de todas las cosas, por eso, mi amor sé que si pudiéramos
hallar la forma de estar juntos para siempre sería la culminación
de nuestro amor. Si pudiéramos, ambos seríamos una misma persona,
una misma cosa, un alma espinada.
Akasha Valentine 2013 © http://www.akashavalentine.com
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