POEMA XXI - LAS PALABRAS SOBRANTES. AKASHA VALENTINE. ED. REEDITADA.
Siempre
tuve la sensación de que para llegar hasta tu corazón sólo tenía
que echar a un lado las palabras y alcanzar con mi boca tus labios, y
así llenar el inmenso vacío que queda cuando el aire ocupa un
espacio que no le pertenece. Imperecederamente tuve el presentimiento
de que tu cuerpo no era sólo mío sino el de otra mujer más así
que, engañada por las dudas y empujada por los celos, seguí tus
pasos, y en los callejones oscuros me escondía para ver con mis
propios ojos imágenes que nunca me ofreciste, y vi al amor, sí, y
al engaño también, pero tú no eras así, nunca lo fuiste y ahora
sé que nunca lo serás. Y abracé al ahogo en cafeterías donde sólo
unos pocos permanecen despiertos a altas horas de la noche,
sumergiendo bolsitas de té en el agua intentando así acallar sus
propias penas que no cesan de atormentar sus cabezas. Y al comprender
lo que estaba haciendo tensé mis brazos y rompí a llorar sin
consuelo alguno, porque el amor que por ti siento debe ser más
fuerte que las falsas ideas que mis miedos arrojan sobre mi insegura
personalidad. Ahora que ya no te tengo soy más consciente que nunca
para decirte que no soporto que la soledad tenga tanta fuerza ni que
el destino juegue al azar con nuestros sentimientos.
Así
que con mucho cuidado apoyaré mi rostro sobre la mejilla de tu
fotografía intentando no dañarte, evitando en todo momento crear
falsas esperanzas en mi herido pecho, porque ahora sé que no quiero
ver más inviernos en tu corazón ni más lágrimas en el vórtice de
tus ojos, y aunque ya sea demasiado tarde para pedirte perdón, al
menos quiero poder expresar esas dos palabras que un día debí
decirte, aunque ahora me resulten dolorosas y en tu vida sobrantes;
deseo hacerte llegar estos términos, evitando en todo momento que
los malos recuerdos al final ocupen el espacio de los buenos. Quédate
pues tranquilo, hoy ya no te molestaré nunca más, pues soltaré tu
gran mano para permitir al viento posarse sobre los poros de tu piel.
Y allí donde mi yemas tocaron, ahora ya no habrá nada, y de alguna
manera este pensamiento hace que mi vida sea más desdichada, pero
siento que me lo gané a pulso, pues nunca debí echarte a un lado
dándole la razón a la sospecha, al recelo y la inquietud.
Vete
tranquilo, amor, pues yo me quedaré aquí sentada para pintar sobre
mi rostro una falsa sonrisa, una inexpresiva mirada que cubierta por
una melancólica máscara tiñe a mis ojos de una triste mirada de
dolor para que siempre tenga presente que está partida me rompe el
alma en dos. Me quedaré aquí muy quieta, porque ahora sé que no
puedo pedirle al tiempo que se detenga, ni a Dios que me conceda un
par de minutos más, ni al pasado ser mi presente y a mi futuro tener
un color tan apagado y deprimente. Puedo decirle a quien a desee
escucharme que me siento más desgastada que nunca, las emociones ya
comienzan a pesar demasiado, los miedos a ser más aterradores que
nunca, y la inquietud se ha vuelto más poderosa. Ha llegado el
momento de decirte adiós, vida, adiós, pues la muerte ya me
sobrevino y tal vez en ella encuentre la paz que sin ti no puedo
tener.
Akasha Valentine 2014 © http://www.akashavalentine.com
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