POEMA XXXI- SUEÑOS. AKASHA VALENTINE. ED.REEDITADA.
Recé
porque este sueño no tuviera nunca un final, y me aferré a la idea
de pensar que la cálida sensación de tu cuerpo junto al mío
seguiría estando al otro lado del colchón, donde ahora el olvido
mora y la nostalgia solloza pues, como yo, añora el aroma de tus
cabellos enredados entre las puntas de mis dedos.
Dejé
a un lado la razón para hallar consuelo en lo evidente, para vivir
donde los recuerdos no envejecen y las vidas de quienes ya no están
en este mundo pueden ser recuperadas donde la memoria aún las
mantiene vivas. Pero al llegar el alba me di cuenta de que me
equivocaba: no te puedo tener, no porque no quiera o mi deseo parezca
un ilusión pasajera, es porque tu cuerpo mora donde la tierra devora
la carne de los muertos y a los vivos nos deja el amargo sabor de
saber que seremos los próximos en yacer donde tiempo atrás otros
ocuparon ese mismo lugar.
Así
que ruego no me culpes por mantenerte viva en mi memoria, donde eres
eterna e imperecedera, donde ni la enfermedad ni el dolor puede
tocarte o dañarte; es ahí donde quiero dejarte para siempre, lejos
de la lúgubre oscuridad que un día llenó nuestras vidas para
siempre.
Pensar
en ti es como evocar tiempos mejores, donde todo parecía ser menos
grave de lo que en realidad ya era. Y ruego en sueños, con la voz
rota y los ojos empapados en lágrimas, que me des consuelo donde
ahora no hallo la forma de encontrarlo. Dime tú si existe alguna
manera en la que con mis manos extendidas pueda volver a tocarte,
porque incluso cuando duermo mis dedos se mueven a su antojo, y te
toco pero no me coges, y si tú me alcanzas mis tendones tiran y
nuestras manos vuelven a soltarse.
Siento
que poco a poco algo tira de nosotros, alejándonos a un lugar donde
nuestras miradas no volverán a encontrarse, y esta idea me parte el
corazón en mil pedazos. La soledad comienza a resultarme una emoción
demasiado inquietante que me juega malas pasadas cuando bajo la
mirada y la dejo campar a sus anchas por esta gran casa vacía donde
antes tú vivías.
Lloro
ahora, ¿qué otra cosa puedo llegar a hacer? Y es que has olvidado
que sin ti no tengo camino, ni rumbo ni destino; eras la brújula que
guiaba mi camino y, sin tu mano sosteniendo la mía, ¿qué crees que
puedo hacer, salvo moverme sin razón ni sentido, sin saber muy bien
a donde dirigirme? Quisiera volver a dormirme, pues es en el mundo de
los sueños es donde me encuentro menos cansado, ya que es allí
donde sigues esperándome, aunque sea en contra de tu voluntad y por
mi obsesivo capricho de tenerte junto a mí y nada más.
Akasha Valentine 2015 © http://www.akashavalentine.com
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