TIEMPO.
No quiero pensar que he sido cegada por el tiempo y sin embargo el viento trae consigo pésimas noticias sobre mi porvenir. Dejo pasar las horas en mi cuarto vacío mientras desenredo los recuerdos de mi mente y los echo a la papelera aparentemente llena que hay ubicada cerca de mi cama.
Miro con detenimiento mis manos y me doy cuenta de que poco a poco se han ido enfriando porque han ido perdiendo el calor de las tuyas, y ya no recuerdo como era la textura de tus dedos o el olor de tu piel. Y sin embargo, esos pequeños recuerdos en los que todo parecia estar tan claro ahora me resultan demasiado confusos y pesados.
Las cuatro paredes que me rodean no me dicen nada, siguen tan vacías como el día en el que tiempo se detuvo en ellas cuando escuché las últimas palabras de amor que me dedicaste antes de marcharte. Las formas y formalidades han pasado a formar parte de otra época y sin embargo ahora lo único que hago es dejar morir al tiempo en alguna parte de mi corazón.
Siento que el anhelo es poderoso, me llena de dolor y a su vez de sensaciones ya olvidadas. Y sin embargo, siempre acabo encontrando en mi mente alguna excusa para interrumpir el sueño imperfecto en el que vivo desde que tú te marchaste de mi lado.
Tu perfecta figura sigue viva en mi interior, tal y como la recuerdo sigue apoyada en el marco de aquella vieja puerta, los labios que con sumo cuidado besé tantas veces continúan hablándome pero ahora el sonido que les acompañaba se ha vuelto más silencioso que nunca. Y mis piernas me llevan corriendo hasta ti con los pies descalzos esperando abrazar con fuerta el olvido que un día tu presencia dejo tras de sí.
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