domingo, 8 de mayo de 2011

POEMA XCII- AMARGA SOLEDAD. AKASHA VALENTINE.



AMARGA SOLEDAD. 

Si hubiera sido meramente consciente de que nuestro final estaba tan cerca habría buscando en lo más profundo de mi ser la palabra más adecuada para tu persona con el fin de poder reternerte de nuevo a mi lado durante algo más de tiempo. Sin embargo lo único que pude encontrar en aquel momento fue la fría y dolorosa soledad abriéndose camino ante nuestros ojos y separando nuestras manos con un poco más de fuerza.



Quise haberme quedado más tiempo mirándote, pero el hecho de hacerlo me resultaba tan doloroso que tuve que apartar la mirada para que las lágrimas no empañaran la visión que tenía de ti. Así que con sumo cuidado guardé esas pequeñas gotas saladas en la caja del olvido para toda la eternidad. Y sin darme cuenta acabé olvidando el perfecto sonido de tus palabras y la profundidad que tenían éstas sobre mi persona.



Caminaremos por la misma tierra como dos completos extraños. Y cuando nuestras miradas vuelvan a encontrarse de forma casual desviaremos nuestros ojos de forma lenta y pesada intentando no encontrar ningún sentimiento ya olvidado y quizás doloroso en lo más profundo de nuestras almas. Pero los recuerdos, tan fragiles, dolorosos y ermitaños seguirán viviendo en el interior de nuestro ser recordándonos lo que fuimos y lo que no volveremos a ser.



Los días darán paso a los meses, los meses a los años, y sin embargo yo mismo seguiré buscando alguna excusa para salir en tu busqueda sin importar el momento o la causa que me halla impulsado a ello. Mientras, te observo en la distancia esperando de forma paciente alcanzarte con la mirada, abrazarte con mi alma y besarte de forma incansable por toda la eternidad. Temiéndome lo peor cuando no te vea, muriendo cada día por no haber sido capaz de haber alzado mi brazo para sostenerte entre mis dedos cuando más lo necesitabas.



Qué amarga es esta soledad que me consume poco a poco, qué dolorosa es cada vez que me trae los recuerdos de tu persona con tanta claridad que para olvidarlos tengo que emborrachar a mis sentidos para que las lágrimas que un día enterré en una caja vacía no vuelvan a revivir en mi interior. Qué poderosos son estos celos que me consumen por dentro cada vez que intento tocarte y tu piel se va alejando poco a poco hasta dejarme de nuevo mecido en esta locura llamada depresión.

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