lunes, 21 de marzo de 2011

POEMA LXXIX- MECIDO ENTRE TUS BRAZOS. AKASHA VALENTINE.



MECIDO ENTRE TUS BRAZOS. 

Tengo la extraña y tonta sensación de que necesito
ser mecido entre tus brazos esta noche de frío y húmedo invierno
para así poder atesorar con todo mi ser tu calor en el interior de mi pecho.



Grito tu nombre con desesperación porque necesito que estés a mi lado
en esta fría y amplia habitación donde los muebles parecen estar ocupando
espacios innecesarios consiguiendo hacerme sentirme aún más vacío.



Soy conocedor de la verdad que intentas ocultar al mundo
y eso me hace ocupar un lugar especial en tu vida.



Mi cuerpo se retuerce de dolor porque no estás aquí y ahora,
porque no puedo verte o tocarte cuando más necesito sentir tu cuerpo sobre el mío.



Tus labios son mi continuo lugar de peregrinación
a los cuales siempre debo de acudir para pedir la salvación por mis pecados.



Soy preso del amor, y desconocedor de este sentimiento
pues hablo de él sin saber, y lo siento en mi corazón como si llevase
conmigo desde el momento en que fui consciente de quien era.



Atesoro tu dolor junto a mi amor para que ambos
vayan de la mano siempre que estés a mi lado.



Guardo tu amor junto con mi dolor,
en un lugar seguro de la casa para asegurarme de que nadie lo encuentra
sin que yo le dé permiso para hacerlo.



Estas cadenas que recorren nuestros cuellos
me dejan sin aliento y sin fuerzas para poder seguir viviendo.
Pero cuando creo que estoy a punto de morir
tú tiras de ellas para darme el aliento que tanto necesito.



Mis ojos son cegados por tu belleza,
Y necesito estar ciego para poder verte a través de los demás sentidos,
para apreciarte, amarte y desearte tal y como eres.



Una palabra tuya fuera de contexto supone mi muerte,
una palabra de amor de tus labios me da la vida suficiente
como para vivir mil años.



Quiero estar mecido entre tus brazos,
donde nadie ni nada pueda hacerme daño
mientras desnudo mi alma sólo para ti.



Ahora que soy consciente de cuánto amor te profeso
déjame desnudar tu alma, para saber que yo también seré correspondido
de la misma forma en la que tú dices que me amas.
Armémonos y dejemos que el mundo enloquezca
rabioso y envidioso del amor que nos profesamos.



Deja que esta noche mi cuerpo sea mecido una vez más
por esos brazos que tanto calor y amor me dan a través
de los poros de tu tersa y sensible piel.

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