DULCE PENA.
Cierro los ojos de forma consciente ante un mundo que no me quiere, mientras mi mente sueña con asesinar a este dolor que habita en lo más profundo de mi ser.
Las lágrimas que viven en mi interior se escapan de forma apresurada a través de mis ojos y ruego a Dios que traiga un viento tan fuerte que sea capaz de llevárselas de mi lado.
Mi corazón está al borde del suicidio cuando los recuerdos de tu persona vuelven a mi de forma casual, no deseo sentirme así pero soy incapaz de encontrar una salida en este abismo que me rodea.
Mis manos ya no son puras, el color de la sangre impregna cada centímetro de mi piel y la ansiedad oprime mi pecho provocándome un dolor aplastante y descorazonador.
Quiero volver a sentirme viva en tus brazos, aunque ya es demasiado tarde, porque tú ya no estás a mi lado y hace mucho que te marchaste a un lugar mejor, a un espacio al que no puedo ir.
La sangre de mis venas corre de forma apresurada a traves de mis brazos y nadie podrá hacer nada para evitar esta dulce muerte.
No desesperes, amado mío, el infierno no es tan terrible como parece, pues sabiendo que tú estas en él me quedo más tranquila.
Pues antes de que la noche llegue a su fin volveremos a encontrarnos de nuevo en un lugar donde quizás tengamos derecho a conocer la felicidad.
¡Oh, dulce pena que en mí moras! Te ruego que me dejes marchar lo antes posible para que pueda ser libre de una vez por todas.
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